miércoles, 19 de octubre de 2011

Colecho o cama familiar

 


Como colecho se entiende dormir con tus hijos. Se puede hacer desde dormir en la misma cama, como tener una cuna especialmente diseñada para ir adosada a la cama familiar, o bien usar una cuna convencional sin uno de los lados y adosarla a la cama donde duermen los padres. Muchas veces, en lugar de una cuna se pone otra cama individual adosada a la cama mayor.
Las ventajas del colecho son muchas y variadas. Pero el problema es que en casi cualquier libro o artículo sobre el tema de sueño infantil, se desaconseja que los niños duerman con sus padres. ¿ Porqué ? Una de las causas es el peligro de ahogar o aplastarles mientras se está dormido. El peligro no es ninguna nimiedad, pero de la misma manera que difícilmente caemos de la cama, es poco probable que acabemos encima de nuestro hijo. Hasta los más acérrimos defensores del colecho desaconsejan practicarlo cuando se está muy cansado, se ha tomado drogas (fumar incluido) o bebido alcohol, o se está muy obeso. Simplemente, son factores de riesgo que aumentan la posibilidad de tal peligro, pero fuera de esos casos, no hay mayor alarma que la de poder caer de la cama mientras dormimos. De hecho, es mucho más peligroso dormirse en un sofá con el bebé en el regazo que compartir cama con él. Se tiene que tener cuidado de que el bebé no pueda quedar atrapado entre la pared y el colchón o entre dos colchones. Dos detalles más : cuando el bebé es muy pequeño, la madre tiene una especial conexión con él, pero el padre suele tardar algunos meses en darse cuenta de su pequeña presencia, así que se recomienda que el bebé no se sitúe entre la madre y el padre sino entre la madre y el final de la cama. Además, están contraindicadas camas de agua o superficies muy mullidas, así como almohadas que pudieran sofocar al bebé.
Aún y así, ¿ porqué esta popular creencia de que dormir con los bebés es malo ? Desde más allá incluso de la Edad Media, en muchos casos nacían más hijos de los que se podía alimentar. Entonces, ocurría que "por accidente", empezaron a morir muchos lactantes "fortuitamente" aplastados por sus progenitores. La Iglesia tomó cartas en el asunto y prohibieron que los hijos durmieran con sus padres para evitar más infanticidios por este método.
La raza humana, durante toda nuestra historia desde que éramos unos primates que vivíamos en cuevas, ha practicado el colecho. Es solamente en los últimos 150 años, con la llegada de casas con varias habitaciones, que se separa a los bebés para que duerman lejos de sus padres. Durante cientos de años, las madres amamantaban a sus bebés durante la noche, casi sin despertarse. Los bebés recibían protección, afirmación emocional, "lecciones de como respirar", calor y leche materna. Si el bebé tiene alguna dificultad, si vomita, o tiene frío, los padres están a su lado para socorrerle. De hecho, si la temperatura corporal del bebé sube demasiado, la de la madre baja para compensarlo. La proximidad con su madre estimula la lactancia materna. Los niños que duermen con sus padres amamantan más a menudo que los que duermen en otra habitación (casi el doble y durante casi 3 veces más tiempo). Esto hace que tengan un ritmo de sueño distinto. Su fase profunda de sueño es mucho menor, con lo que el riesgo de la muerte súbita (que se supone ocurre en esta fase) es más bajo. Además, el desarrollo neuronal ocurre en su máximo esplendor en la fase de sueño menos profunda, con lo que al practicar colecho, no sólo se le da más leche materna, que es ideal para su protección fisiológica, sino que se está potenciando su desarrollo mental.
En países como en Japón, donde el colecho es la norma, el índice de muerte súbita del lactante es uno de los más bajos del mundo.
Los niños que duermen al lado de su madre lloran mucho menos frecuentemente y están menos tiempo despiertos. La madre, muchas veces, se da cuenta de las necesidades de su bebé pocos segundos antes de que él las solicite, con lo que se evitan muchos lloros. La comodidad de no tener que levantarse de la cama, sobre todo en época de frío, hace que la madre y el bebé normalmente vuelvan a dormirse casi enseguida. De hecho, muchas veces la madre no sabe exactamente cuantas veces se ha despertado, porque en realidad ¡ no se ha llegado a despertar del todo !

¿Cuáles son las ventajas de tener a nuestro bebé durmiendo con nosotros?


Las ventajas del colecho deben considerarse siempre que sea un hecho elegido por ambos padres y se practique siguiendo las medidas de seguridad. La ventaja principal consiste en que el bebé sabrá que estás allí, y podréis responder emocional y psicológicamente de manera muy beneficiosa. Los bebés mamarán más a menudo sin perturbar el sueño de su mamá, y también dormiréis todos más que en el caso de bebés amamantados que duermen solos. Los bebés se despiertan más a menudo, pero durante menos tiempo que si duermen separados, y permanecen menos tiempo en la fase de sueño profundo. Los bebés lloran significativamente menos, lo cual supone, al menos en teoría, más cantidad de energía para crecer. La mayor oportunidad de amamantar que tiene el bebé se traduce en una menor incidencia de enfermedades. La proximidad del bebé permite a los padres responder prontamente a lo que pueda pasar, como si vomita o accidentalmente una sábana le cubre la cabeza. Las madres que trabajan pueden sentirse culpables por no estar suficiente tiempo con sus bebés durante el día. Así, interaccionando con el bebé más frecuentemente por la noche, amamantándolo y aumentando sus interrelaciones, pueden sentirse mejor, al igual que sus papás. El colecho puede hacer que los padres y los bebés se sientan muy, pero que muy bien.
Estudios de adultos en coma o de gemelos primerizos han mostrado que la presencia de otra persona en la habitación o de su hermano en la incubadora mejora significativamente el ritmo cardíaco y la presión sanguínea. También se cree que durante las primeras semanas de vida del bebé, su ritmo respiratorio no es suficientemente maduro y es frecuente el caso de apneas. Si la madre duerme a su lado, además de amamantarle más y mejor, le proporciona al bebé un patrón de respiración que éste puede imitar. Sobre todo durante las primeras semanas, parece que entre la madre y el bebé se establece un vínculo tal que los ciclos de sueño de ambos se sincronizan, de manera que a menudo la madre se despierta unos minutos antes de que el bebé la necesite, evitando así despertar al resto de la familia.
De hecho, se han detectado receptores en la nariz que pueden afectar a la forma en que el bebé respira, aunque no se conoce su función exacta. Podría ser que la respiración y el olor de la madre estimularan algunos de estos receptores, afectando la respiración del bebé. Uno de los gases que se exhalan en la respiración es dióxido de carbono, que actúa como un estimulante de la respiración. En un estudio, se midió el aire exhalado por una madre mientras dormía con su bebé y se confirmó que cuanto más cerca está el bebé de la nariz de su madre, mayor es la concentración de dióxido de carbono en el aire exhalado. Es posible que esta concentración sea la indicada para estimular la respiración del bebé.

¿Cuáles son los efectos a largo plazo en mi bebé al compartir la cama?


A pesar de que los defensores de que los bebés deben dormir solos han manifestado sus numerosas ventajas, la verdad es que ninguna de ellas se ha demostrado científicamente. La ironía es incluso mayor si se tiene en cuenta que no sólo no se han demostrado, sino que estudios recientes están empezando a comprobar que es más bien lo contrario. Por ejemplo, dormir en solitario se asocia a una mayor independencia, competencia social, alto sentido de la autoestima, buen comportamiento en la escuela, habilidad para tolerar el estrés y clara identidad sexual, pero curiosamente es el colecho el que está demostrando tales características. Veamos las conclusiones de algunos estudios reales:
  • En un estudio realizado sobre niños de clase media ingleses, se vio que aquéllos que nunca durmieron con sus padres eran más dificil de controlar y menos felices, y tenían mayor número de rabietas. Curiosamente, estos mismos niños tenían mucho más miedo a la hora de ir a dormir que aquéllos que habían dormido siempre con sus padres.
  • Un estudio entre padres de 86 niños en clínicas pediátricas y psiquiátricas (entre 2 y 13 años) en bases militares americanas, reveló que los niños que dormían con sus padres destacaban por su mejor comportamiento ante sus maestros en relación a sus compañeros, y que apenas acudían a consultas psiquiátricas. Los autores citan que “contrariamente a lo que esperábamos, los niños que no habían tenido atención profesional por problemas emotivos o de conducta practicaban más colecho que los niños que sabíamos que habían recibido atención psiquiátrica.” Los mismos resultados se obtuvieron en una muestra de niños que ocasionalmente dormían con sus madres (cuando los padres estában ausentes), un hecho que se opone directamente a la manera de pensar tradicional.
  • En Inglaterra, también se descubrió que los niños que duermen solos son más difíciles de llevar (según sus padres) y que soportan peor las situaciones de estrés. Estos niños también se consideran mucho más dependientes de sus padres comparados con los que duermen con ellos.
  • En una encuesta en una universidad, se observó que aquellos individuos masculinos que compartieron cama con sus padres desde el nacimiento hasta los cinco años poseían significativamente mayor autoestima, experimentaban menor culpa y ansiedad, y tenían mayor frecuencia de relaciones sexuales. Los chicos que practicaron colecho entre los seis y once años, también mostraron una mayor autoestima. Para las mujeres, el colecho durante la infancia estaba más relacionado con un mayor confort y naturalidad en sus relaciones físicas y afectuosas como adultos. El estudio demuestra la falsedad de la creencia de que los problemas psicosociales están derivados del colecho; más bien resulta lo contrario.
  • En un estudio realizado en Euskadi, se descubrió que las mujeres que practicaron colecho de pequeñas tenían una mayor autoestima en comparación con aquéllas que no lo hicieron. De hecho, el colecho parece que promueve la seguridad, autoestima e intimidad, reflejando posiblemente una actitud de aceptación por parte de los padres.
  • Y en el mayor y más sistematico estudio realizado hasta ahora por J. Mosenkis de la Universidad de Chicago se encontró que los adultos más optimistas y positivos son aquellos que practicaron colecho de pequeños. Este estudio analizó alrededor de 1.400 individuos de cinco grupos étnicos diferentes, desde Chicago hasta Nueva York. Una de las características comunes en todos ellos, es que los que habían dormido acompañados demostraban una mayor satisfacción por la vida. Pero el descubrimiento de mayor relevancia que hizo Mosenkis fue más allá de intentar determinar las causas entre las maneras de dormir y las características o experiencias en la edad adulta. Su mayor hallazgo fue la interpretación de que el colecho tiene que ser entendido dentro del contexto específico de cada cultura y de la naturaleza de las relaciones que tiene el niño con su entorno familiar. Por lo tanto, es probablemente cierto que ni el colecho ni el dormir a solas tengan una relación tan directa con el comportamiento de adulto de un bebé como el propio entorno. De hecho, la disposición a la hora de dormir puede mejorar o agravar el tipo de relaciones que sostiene un niño durante el día. Así que, en lugar de indicar que cierto tipo de "forma de dormir" produce una personalidad específica, sería más acertado pensar que cada método forma parte de una manera de educar y que es esta manera de interactuar con el niño la que condiciona su personalidad de adulto, incluso más que sus propias características personales.

textos extraidos  de la pagina http://www.crianzanatural.com